jueves, 19 de mayo de 2016

Sin retoques

Después de ajustar cerca de un año sin usar prácticamente nada de maquillaje (a excepción de una o dos veces en los ojos o en la boca), me he puesto a pensar ¿Qué he ganado y qué he perdido al hacerlo? Pues bien, quiero hacer un balance sincero sin pretensiones, no  es mi intención desacreditar el uso de este (siempre y cuando sea Cruelty Free), ni tampoco elogiar el hecho de no hacerlo o viceversa.

 No puedo dejar de reconocer que me es más agradable un rostro natural con poco o nada de maquillaje y que por una serie de aspectos que mencionaré siento que dejar de usarlo es una experiencia casi religiosa, no obstante, respeto a quienes lo ven como algo positivo y a quienes les ayuda en una variedad de aspectos, por lo que no trataré de destacar una posición, únicamente contarles mi experiencia, lo bueno, lo malo, lo feo y lo bonito. 

Cara de pastel
Al final de mi adolescencia y más o menos hasta hace 3 años, era una de esas personas que usaba tanto maquillaje que la gente podría usar esa famosa frase conmigo de "hay un poco de cara en tu maquillaje", así tal cual, al inicio el acné era el culpable, tratar de cubrirlo (en vano) era una tarea que tomaba bastante esfuerzo y varias capas de corrector. Más adelante, un poco antes de entrar a la Universidad mi piel comenzó a limpiarse a causa del uso de las pastillas anticonceptivas (otro tema del que les contaré más adelante), sin embargo, no dejé de usar tanto maquillaje como antes, simplemente hubo algunas variaciones: Menos corrector, menos sombras, más rubor, más pestañina. 

Menos es más 
Después de la época de cara de pastel, y justo después de convertirme al vegetarianismo, comencé a usar menos maquillaje, dejé el corrector a un lado, y comencé a usar simplemente un poco de polvo aplicado con brocha y pestañina (en algunos casos maquillaje para las cejas), esto debido a que al comenzar a hacer cambios en mi vida y a adoptar practicas más naturales, sentí la necesidad de empezar a lucir más como yo y menos como una dona, además de esto, algunos episodios de acné que había vuelto a tener comenzaron a desaparecer al modificar mi alimentación (también les contaré en otra publicación). 

Cara lavada
Más o menos hace un año el uso de maquillaje comenzó a ser más y más escaso, mi piel estaba bastante bien, mejor que nunca, y aunque ocasionalmente tenía brotes (al consumir demasiados lácteos mayormente), decidí que el polvo facial ya no iba a formar parte de mi vida, no me sentía bien usándolo, cada vez que me lo aplicaba aunque fuera en pequeñas cantidades sentía que ensuciaba mi rostro y que quedaba pesado y recargado, la sensación de no usar maquillaje era sumamente placentera, sin embargo, la pestañina la seguí usando por algún tiempo más, hasta que más o menos a inicio de este año pasó a formar parte de los cosméticos de mi mamá. 

Lo bueno, lo malo, lo feo y lo bonito
Uno pensaría que al dejar el maquillaje la gente lo notaría de inmediato, pero en realidad no es tan así o quizás no lo haya sido en mi caso por ser algo progresivo, pero la gente parece no estar tan al tanto de ello o no detenerse a pensarlo, no es como si fueras un bicho raro, la vida transcurre más o menos con normalidad, lo cierto es que uno se puede llegar a sentir un poco raro al inicio, sobre llevar el hecho de no cubrir las imperfecciones en lo absoluto es bastante complicado, al igual que no ayudarse de truquitos para potenciar lo bonito y esconder lo que no lo es tanto.

Lo positivo es que se ahorra muchísimo dinero que se puede invertir en otras cosas, la piel también nota el cambio y después de uno llevar un tiempo sin usarlo no se imagina volviéndose a colocar todo ese reboque en el rostro, porque la cara se siente limpia, se siente fresca, se siente que respira. También se ahorra un montón de tiempo, la mayoría de las mujeres se demoran entre 5 y 20 minutos maquillándose, todo depende del tipo de maquillaje que usen, y si suman el tiempo ahorrado en una semana, en un mes o más aún en un año, comienza a ser bastante considerable, otro aspecto positivo es que se puede viajar más ligero y con mayor facilidad, no solo viajar sino salir de la casa, ya que hay personas que cargan con todo el "maletín" de maquillaje y bueno, si contamos el tiempo de cada "retoque" ya pueden ir sumando.

Lo malo o lo difícil es acostumbrarse y no sentirse con desconfianza al estar diariamente rodeada por mujeres con maquillajes completos, el sentirse opacado o inferior es normal, estamos acostumbrados a una sociedad con estándares de belleza en los que el maquillaje juega un papel muy importante, sin embargo es también muy bonito encontrar personas que destaquen lo bien que luces o lo linda que estás cuando tú sabes que no estás usando ningún artificio y que lo que están admirando es realmente tu belleza y no la forma en la que te has arreglado.