jueves, 19 de junio de 2014

Ni "maricones", ni "machorras". (Una reflexión sobre la desigualdad)

Hoy no les traigo un relato de esos que me ocurren de vez en mes, hoy quiero compartirles un ensayo que presenté para Periodismo de opinión en la universidad y que me hizo merecedora de un 5 (sin chicanear jajaja), espero que lo lean a consciencia, porque más allá de un escrito académico, es un hecho que nos compete a todos en la actualidad y una de las problemáticas más latentes de desigualdad en nuestra sociedad:

El paradigma social de la homosexualidad en Colombia, ha sido un tema de gran relevancia en lo corrido de la historia y un problema en el que se han visto comprometidos los derechos básicos de la humanidad. Desde cuestiones tan simples como el lenguaje se puede evidenciar una discriminación latente en la utilización de palabras tales como: “maricón, mariposa o galleta”, que no solo son despectivos con la comunidad LGTBI, sino que a veces también trascienden llegando a crear roces sociales que desembocan en la violencia y la muerte.

Imagen tomada de Diarioadn.co

La lucha entre quienes consideran la homosexualidad como algo normal y que acompaña a la persona desde el mismo momento de su nacimiento y quienes defienden el hecho de que la homosexualidad es un problema psicológico que debe ser tratado como una enfermedad y que va contra la moral dictada por la religión durante años, parece ser algo de nunca acabar. Lo cierto es que en nuestro país un porcentaje cercano al 10% de la población pertenece a la comunidad LGBTI, y la discriminación hacia ellos en lugar de disminuir, va cada vez más en aumento.

La educación formal y la religión, han sido los dos “alcahuetas” de la discriminación y quienes muchas veces, han promovido el odio y la desigualdad hacia aquellas personas que piensan o sienten diferente a los parámetros establecidos por la sociedad y la “ética” como correctas y/o aceptables. Es así, como los religiosos extremistas señalan de manera repetitiva el hecho de la “anti-naturalidad” en las relación homosexuales; esto me lleva a la conclusión, de que o desconocen que entre parejas heterosexuales también se dan casos de “sexo anal” o tienen la idea retrograda de que el único objetivo de la convivencia en pareja es la procreación.

Apenas en Julio del pasado año, se les reconoció a las parejas del mismo sexo el derecho de casarse por lo civil, siendo Carlos Rivera y Gonzalo Ruíz, los primeros en dar un paso que posteriormente sería seguido por muchos otros, no obstante, no por esto, la idea mental de una unión entre homosexuales como algo extraño y bizarro dejó de existir, al contrario, la oposición se vio herida en su sensibilidad más que nunca y los detractores no tardaron en pronunciarse en contra. Nunca he entendido la razón por la cual, algunas personas se creen dueñas de la vida de otras y se piensan con el derecho a tener facilidades que en su opinión, a los demás deberían serles negadas.

Imagen tomada de www.kienyke.com

Desde el lecho familiar, muchos niños crecen con la idea de que aquellas personas que piensan diferente al colectivo social, deben ser discriminadas y apartadas de los demás, señalándolas como peligrosas o impuras ¡Cómo si todos los seres humanos no estuviésemos malditos con el pecado original y no fuésemos comúnmente riesgosos para nuestra propia especie y para las demás! Esta idea infundada desde la niñez, no dista mucho de las concepciones nazis del siglo XX, en las que lo diferente representaba un factor poco digno para las razas consideradas como puras y por ende, merecían el exterminio.

Es curioso, cómo se asocia comúnmente la elección de un gusto sexual con la valentía y la representación del género con el que se nace; es así como se utilizan palabras como “maricón” para definir a un hombre que según el pensamiento social, no tiene “los huevos” para afrontar cierta situación. De igual forma, cuando un hombre muestra tendencias homosexuales suele llamársele “poco hombre”. Pues quiero decirles, que yo he conocido gays con más “güevas” que muchos “machos” heterosexuales, que piensan que por el solo hecho de pasarse la vida “en celo”, ya les ha sido dada la condición de “varones”.

Imagen tomada de sentiido.com

Con las mujeres el caso no es muy diferente, ya que aun cuando es más aceptada la homosexualidad entre ellas, sobre todo en el público masculino; también se les suele llamar “machorras” o con otros términos similares, para menospreciar su condición de femineidad y asociarlas con los hombres. Esto me hace recordar una experiencia que viví no hace mucho, en la que me encontraba en un bar sola con una prima y al hallarnos rodeadas de parejas heterosexuales, sentimos miradas y comentarios sugiriendo que ella y yo éramos pareja, y por primera vez en mi vida, pude presenciar en primera persona lo difícil que es ser diferente en una sociedad mayormente heterosexual y machista.

resistediverso.blogspot.com

Pienso entonces, que en un mundo en el que todos nacemos de igual forma, en el que todos atravesamos las mismas peripecias para llegar a este planeta y en el que sin importar quienes vayamos a ser, todos nacemos libres de vestiduras y de juicios; en igual proporción deberíamos nacer y crecer en igualdad de derechos, ya que finalmente, después de la muerte todos volveremos a ese estado natal de equivalencia y cuando los gusanos vengan a comernos, no diferenciarán entre un cristiano o un ateo, entre un homosexual consumado o un “macho cabrío” heterosexual; ya que como bien decía Aristóteles “el único Estado estable es aquel en que todos los ciudadanos son iguales ante la ley”.

Imagen tomada de www.colombiadiversa.org

Para finalizar, quisiera compartirles estos dos vídeos, que pienso complementan muy bien lo hablado con anterioridad: